Decisiones que desgastan relaciones

Nunca imaginé que una decisión tan simple—aceptar una invitación de alguien casi desconocido—terminaría

hundiéndome en una relación que me desgastó por completo. Un día conocí a alguien.

Nos citamos, conversamos, dimos vueltas, reímos… no pasó nada porque me dio

miedo, y él, muy tranquilo, me dijo que no importaba. Se portó chévere,

amable, seguro. Me pidió mi número y se lo di; lo que nunca hice fue pedirle

el suyo. Pasaron casi dos meses hasta que un día recibí una llamada inesperada:

—¿Puedes asomarte? Ven a mi casa —me dijo. Accedí. Nos vimos,

y esta vez sí pasó algo. Después me llevó a su trabajo, conversamos,