Despertar de la Comodidad

No estás perdido. Eso es lo primero que necesito que entiendas. No estás confundido,

ni roto, ni desorientado. Estás cómodo. Y esa es una verdad mucho más peligrosa

de lo que parece, porque casi nadie la identifica como un problema. Cómodo en lo conocido.

Cómodo en una vida que no te entusiasma, pero que tampoco te obliga a cambiar. Cómodo en levantarte

cada día sabiendo exactamente cómo va a ser el día siguiente. Cómodo en hacer

lo justo para no hundirte, pero no lo necesario para crecer de verdad. Y aquí empieza la

trampa. La comodidad nunca llega como algo amenazante. No llega como una

crisis. Llega disfrazada de estabilidad. De rutina. De control.