El negocio de mantener el problema.

¿Ustedes saben por qué Tom nunca se comió a Jerry? ¿Por qué Silvestre nunca se comió a

Piolín y por qué el Coyote jamás se pudo comer a Correcaminos? La respuesta es

fácil: porque no les conviene. Porque si se lo comían, se acaba la comiquita.

Y así está diseñado el mundo, para que el problema siga existiendo. Porque si se acaba

el problema, se acaba el negocio. Por eso es que no vemos que tumben a Nicolás Maduro,

porque ese discurso da mucho poder y da muchos contratos. Por eso es que el Vaticano,

con todo su dinero y con toda su riqueza, tampoco acaba con el hambre. Porque si el mundo

fuera justo, ¿a quién le van a predicar? Por eso mismo, con toda la tecnología