El teléfono de María

María salió de su casa un viernes por la noche. Dijo que volvería pronto.

Nunca regresó. Tres días después, su teléfono apareció sobre una mesa en una casa abandonada

del barrio. La pantalla estaba rota. Había sangre seca en los bordes.

El último mensaje que envió decía: “No estoy sola. Alguien me sigue.” La policía revisó

el lugar esperando encontrar un cuerpo. No lo hicieron. En cambio, encontraron una

grabación de audio. En el audio se escuchaban pasos, una respiración agitada y una voz

susurrando su nombre una y otra vez. María gritaba. Luego… silencio. El asesino nunca

fue identificado. María nunca fue encontrada. Pero los vecinos aseguran que,