Nadie gana una guerra contra sí mismo

Cada momento de la vida lleva dentro una llama que se enciende o se apaga según lo que haces.

Si me rodeo de lo que me drena, la chispa se extingue. Porque lo que me apaga no es el mundo,

sino lo que dejo entrar de él. Pero si cuido lo que pienso, lo que siento y

lo que doy, la llama se convierte en fuego, y ese fuego es lo que te hace sentir

vivo. Lo que te hace sentir vivo. Con el tiempo descubres que el verdadero

enemigo nunca estuvo afuera. Que las dudas nacen cuando el ego se siente frágil.

Que la voz que más hiere es la mía cuando me traiciono. Y que comparar es otra forma de olvidarme

de mí. Así entiendes que nadie gana una guerra contra sí mismo.