No estás rota, estás agotada

A ti, que sigues aunque estés cansada. A ti, que te levantas

todos los días con el corazón pesado, pero igual te arreglas, sales y cumples. Nadie imagina todo

lo que cargas por dentro, porque aprendiste a ser fuerte incluso cuando ya no tenías

fuerzas. Sonríes para no preocupar, callas para no incomodar y sigues para no

fallar. Has callado demasiado. Has soportado silencios, ausencias y palabras que dolieron más

que los gritos. Te acostumbraste a darlo todo y a recibir poco, a quedarte donde

ya no te sentías vista, solo necesaria. Y eso también cansa el alma,

aunque nadie lo note. Pero escucha esto con calma: no estás rota,