Shadow of the Colossus

Hoy jugué un juego que pesa como una culpa que no quieres mirar de frente. El juego te coloca

en un desierto silencioso donde las montañas parecen ruinas y las ruinas parecen recuerdos.

No hay ejércitos, no hay ciudades enormes, no hay ruido. Solo tú,

tu caballo y una promesa desesperada: devolverle la vida a quien ya está más allá de tu alcance.

Y es fascinante cómo la belleza del mundo contrasta con lo que haces dentro de él.

Cada coloso que decides derrotar realmente no es un enemigo. Es un ser que simplemente

estaba ahí, viviendo, hasta que tu ambición lo interrumpe. Subir por su cuerpo

es escalar tu propia decisión. Aferrarte a su pelaje es sostener un acto que no tiene marcha