Supervivencia en modo continuo

No es que no puedas más, es que llevas demasiado tiempo sosteniendo lo que nadie ve.

Tu cuerpo no descansa realmente, solo se apaga unas horas para seguir resistiendo al día

siguiente. La tensión en la mandíbula, el pecho que nunca termina de soltar,

el estómago que no digiere en paz, los pensamientos que no paran, aunque el entorno

esté quieto. Eso no es fragilidad, eso es supervivencia en modo continuo. Tu sistema aprendió

a mantenerse alerta porque durante mucho tiempo fue la única forma de no desbordarte. No estás roto,

nunca lo estuviste. Estás exhausto de vivir en modo defensa, incluso cuando ya no hay amenaza presente.

No es falta de voluntad, es un cuerpo que no ha podido bajar la guardia todavía.