Parte 4

Me quedé pensando durante varios segundos. Daniel estaba temblando, esperando mi respuesta. “¿Por qué a mí?”,

le pregunté. Él tragó saliva. “Porque tú sí sabes salir adelante. Yo solo sé verme

bien.” Esa confesión me golpeó más fuerte que todas sus burlas. Me di cuenta de que su arrogancia

había sido siempre una fachada. Le pregunté cuánto necesitaba, y su voz tembló

al decir la cantidad: era casi todo lo que yo había ahorrado ese mes. Podía prestárselo,

sí, pero significaba arriesgarme a quedarme sin margen si algo fallaba en mi negocio.

Aun así, no pude dejarlo a su suerte. Saqué el dinero de mi cajón y se

lo puse en la mano. Él lo tomó como si fueran toneladas. “Te lo juro, hermano… te voy