El sabor en las alturas

Cada vez que subes al avión tu cuerpo experimenta algo increíble. A diez mil metros

de altura tus papilas gustativas pierden hasta el treinta por ciento de su capacidad.

Por eso la comida del avión te sabe tan insípida. Las aerolíneas lo saben y añaden hasta

un veinte por ciento más de sal y azúcar a sus platillos. Pero hay más. El ruido constante

de los motores bloquea tu habilidad de percibir sabores dulces mientras intensifica el umami.

Es por eso que el jugo de tomate es tan popular en los vuelos. En tierra casi nadie

lo pide pero en el aire su sabor se vuelve perfecto. Tu lengua literalmente cambia de opinión

cuando vuela.