Gracias a la música

Desde niño cantaba sin miedo al error. Mi cuarto era un mundo,

mi voz mi motor. Entre acordes y sueños, sin saber a

dónde ir. La música era el aire que me hacía seguir.

A veces dudé, me quise rendir, pero una melodía volvió a latir. Hoy todo encaja,

todo suena mejor. Mi voz encontró su dirección. Canto porque el alma no sabe

callar. Mi historia suena en cada compás. Katia me guía, me ayuda a

crear. Ahora mi música puede volar. Que la escuche la gente,

que se quede en su mente. Porque canto, sí canto, y ya no