Karma en el hotel

El gerente casi me echa a patadas, hasta que vio quién era mi inesperado acompañante.

Llegué al hotel con jeans rotos y una sudadera vieja después de un vuelo de pesadilla.

El tipo de recepción me miró como si fuera basura y me dijo que no tenían mi reserva.

Mentira total, porque la confirmación estaba en mi teléfono. Me pidió que me fuera porque supuestamente

molestaba a los huéspedes. Salí humillada, con las mejillas ardiendo como carbones.

Me senté en la cafetería de enfrente, tragando lágrimas con mi café amargo. Entonces llegó mi

hermano, directo del aeropuerto. Resulta que es el dueño de la cadena hotelera completa.

Regresamos juntos y la cara del gerente se descompuso como leche al sol. Tartamudeó disculpas