Las gemelas de la mansión Montenegro

Comprar esa mansión fue una sentencia terrible porque el fantasma que vivía ahí decidió

que las gemelas de la familia eran suyas. Los Montenegro se mudaron sin saber

que la antigua dueña, Isabela, perdió a sus hijas en un incendio hace cien años.

Al poco tiempo, las niñas, Alba y Vera, empezaron a hablar con las paredes

y aparecían juguetes viejos de la nada. Una noche, el padre las encontró en el salón agarradas

de la mano de una mujer con el rostro quemado. El espíritu sonrió y dijo que por fin

habían vuelto. La familia escapó, pero las niñas desaparecieron para siempre. Dicen que si pasas

por ahí, todavía se ven tres sombras jugando eternamente tras las ventanas.