Morir mal en el Antiguo Egipto

Si el ritual de momificación se hacía mal, el muerto no iba al infierno.

Iba a algo peor: dejaba de existir. Para los egipcios, una momia mal preparada condenaba al alma

a quedar incompleta. El Ka, el Ba y el Akh no podían reunirse. El espíritu quedaba

atrapado, sin cuerpo, sin camino y sin juicio. Los textos dicen

que, en esos casos, el corazón podía fallar en el juicio de Osiris.

No porque fuera impuro… sino porque no reconocía a su propio dueño. Y si el corazón

fallaba, el alma era devorada por Ammit. No castigada. Borrada.

Peor aún: un ritual incompleto hacía que el muerto olvidara su propio nombre. Y en el más allá