Un Día para Siempre

Algunos momentos te cambian para siempre, y este fue exactamente uno de esos días

donde el tiempo decidió detenerse solo para ellos. Cuando ella comenzó a recitar sus votos,

su voz temblaba como pétalos al viento. Cada palabra flotaba en el aire como

magia pura, envolviendo a todos los presentes en una burbuja de emoción. Él la miraba como

si estuviera viendo el amanecer por primera vez, con esos ojos que decían todo sin

pronunciar una sola palabra. Las luces de hadas colgaban sobre ellos como estrellas robadas

del cielo, creando un universo propio donde solo existían ellos dos. El vestido de ella

fluía como agua de seda, capturando cada rayo de luz que se atrevía a tocarla.