El Día que el Cielo se Partió en Nueva York

El Boeing siete sesenta y siete, el primero, venía del norte, lleno de combustible

para cruzar el país, y ahora volaba recto hacia el edificio. El impacto fue como si el cielo se partiera.

El acero crujió, las ventanas estallaron en lluvia de vidrio y, por dentro,

oficinas enteras se convirtieron en bolas de fuego. Los teléfonos se volvieron locos:

«Ma, algo explotó». «No veo nada». «Hay humo». «Te quiero,

adiós». Doce minutos después, otro avión, esta vez contra la torre sur.

El edificio se sacudió como si lo hubiera agarrado un gigante borracho. Y entonces,

empezó lo peor.