Eligiéndome por primera vez

El día que dejé de esconderme Salí cuando todavía era de noche. La calle estaba

vacía y el aire frío me despejó la cabeza. Durante años me había hecho pequeña

para no molestar, para no llamar la atención, para sobrevivir. Aquella noche decidí

algo distinto: caminar erguida. Cada farola que dejaba atrás era un miedo menos.

Pensé en todo lo que había aguantado en silencio y sentí rabia, pero también fuerza.

No sabía qué me esperaba, solo sabía que merecía algo mejor. Cuando el cielo

empezó a aclararse, entendí que no estaba huyendo: estaba eligiéndome por primera vez.